Don Juan Pacheco, marqués de Villena.
Situación social en Extremadura en el siglo XV.
Al desaparecer en Extremadura el peligro árabe, con una nobleza poderosísima, como consecuencia de sus intervenciones decisivas en las ocupaciones de estos territorios surgió el problema de la hegemonía de estas casas y el poder real, Se dieron casos de "desnaturalizaciones" por parte de muchos nobles, con lo que se iniciaron una serie de luchas, que fueron aumentando, hasta convertirse en guerra civil. Los reyes potenciaron el "Poder Llano" por lo que las ciudades y villas realengas (Medellín, Trujillo...) les prestaron su colaboración y fueron el soporte de la Corona. Dichas luchas se agravaron por que en cada comarca existían otras para dirimir la hegemonía entre los linajes influyentes, pues la rivalidad era fruto permanente, produciéndose una serie de hechos que se pueden resumir en dos periodos: el de la privanza de Don Álvaro de Luna y la de Don Juan Pacheco.
En el reinado de Juan II, su privado Don Álvaro de Luna, siguiendo una política de autoridad, intenta reducir las desmesuradas ambiciones de la gran nobleza y las demasías de los caballeros de las ciudades. Hacia 1430 se produce el principio del fin de las luchas de los infantes de Aragón. Don Álvaro haría huir de nuestras tierras a Don Enrique y Don Pedro, quienes perseguidos en Montánchez, son definitivamente derrotados en Alburquerque.
Originario de Portugal, pasó a España este linaje. Don Juan Pacheco era hijo de Alonso Téllez-Girón, nacido en 1419, tomó el apellido de su madre y llegaría a ser primer Marqués de Villena, Conde de Xiquena, Duque de Escalona, Maestre de Santiago y gran Valido del Rey don Enrique IV de Castilla, que le hizo merced de dichos títulos. Se educó y crió en el Palacio Real, al lado de dicho Monarca cuando era Príncipe.
Casó tres veces. La primera , con doña Juana de Luna, llamada “Angelina”, prima hermana del Condestable don Alvaro de Luna e hija legítima de Fray Rodrigo de Luna, Gran Castellán de Amposta y primera dignidad de la Orden de San Juan de Jerusalén en Aragón, habida con Angelina Cerrialda.
Los primeros desposorios se efectuaron en Toledo, el 27 de Septiembre de 1435 (cuando Juan Pacheco sólo tenía catorce o quince años de edad) por iniciativa y presión del propio don Álvaro de Luna, y contra la validez de esta unión reclamó repetidamente el esposo, hasta que ganó sentencia del Vicario General de la Diócesis de Segovia, Diego Sánchez de Rivas, en 13 de Febrero de 1442, por la cual se declaró la nulidad de aquel matrimonio celebrado sin la voluntad del contrayente y con manifiesta violencia por parte del famoso Condestable y poderoso valido del rey don Juan II. Entonces, en el mismo año de 1442, pasó Juan Pacheco a contraer segundas nupcias, cuando todavía no era Marqués de Villena, con doña María Portocarrero, última de la ilustre familia de Portocarrero y una de las más ricas herederas de Castilla y Señora de Moguer y de Villanueva del Fresno (hija de Pedro Portocarrero, cabeza y pariente mayor de toda la casa de Portocarrero en Castilla y Portugal, y de su mujer doña Beatriz Enríquez, hija, a su vez, de Alonso Enríquez, Señor de Medina de Rioseco y Almirante de Castilla). Viudo de doña María, volvió a casar Juan Pacheco, por tercera vez, en la villa de Peñafiel (Valladolid) el año de 1472, con doña María de Velasco (hija de Pedro Fernández de Velasco, segundo Conde de Haro y sexto Condestable de Castilla, y de su mujer doña Mencía de Mendoza, hermana del primer Duque del Infantado).
Del segundo matrimonio de Juan Pacheco con doña María Portocarrero nacieron varios hijos. Los tres primeros varones fueron los continuadores de las tres famosas ramas feudales “Pacheco”, “Portocarrero” y “Girón”, en los cuales instituyó don Juan tres mayorazgos. Y como dividió entre ellos sus estados, se dividieron también los apellidos en dichos tres hermanos, llamándose: Diego López Pacheco (segundo del nombre, heredero del primer mayorazgo), Pedro Portocarrero (heredado con el segundo mayorazgo) y Alonso Téllez Girón (apellidado así como poseedor del tercer mayorazgo instituido por su padre, que imponía el apellido “Girón” en memoria de su abuela paterna doña Teresa Téllez Girón, y también el de “Pacheco”, pero alternándolos en los sucesores de este mayorazgo, por lo que uno tenía que llamarse Alonso Téllez Girón y otro Juan Pacheco, y así sucesivamente. Del enlace de don Juan Pacheco con doña María Portocarrero nacieron catorce hijos.
Diego López Pacheco, segundo del nombre e hijo primogénito del segundo matrimonio de su padre con doña María Portocarrero, fue vecino de Toledo, segundo Marqués de Villena, segundo Duque de Escalona, Pretenso Maestre de Santiago, Capitán General en la guerra de Granada (donde fue herido) y Señor de los grandes estados de su casa. Se halló en las capitulaciones que se hicieron con los moros al entregar éstos la ciudad de Granada. Y por privilegio Real otorgado en aquella vega el 4 de Diciembre de 1491, le hicieron merced los Reyes Católicos de las villas de Serón y Tíjola y sus tierras, cesando en el título de Marqués de Villena por haberlo incorporado a la Corona aquellos Monarcas, a pesar de las diligencias que don Diego López Pacheco hizo para que le fuera restituido. Pero aunque los Reyes Católicos no accedieron a esa restitución, los Señores de esta casa siguieron usando entre sus títulos honoríficos el de Marqués de Villena.
El repetido don Diego casó dos veces: la primera, en tiempos del Rey don Enrique IV, con doña María de Luna, Condesa de San Esteban de Gormaz, llamada Juana de Luna en algunas memorias por confundirla con la primera mujer de su padre (hija de Juan de Luna, segundo Conde de Santistesteban, y nieta de Condestable don Alvaro de Luna), y la segunda vez, con doña Juana Enríquez, vecina de Toledo (hija de Alonso Enríquez, tercer Almirante de Castilla y Conde de Melgar, y de su mujer la Condesa doña María de Velasco). Por este segundo casamiento, los Reyes Católicos hicieron a los contrayentes nueva merced y confirmación del señorío de Escalona, ratificándoles el título de Duques de dicha villa.
Del primer matrimonio de don Diego López Pacheco con doña María de Luna nació: Juan Pacheco de Luna, que fue tercer conde de Santisteban. Aunque murió sin sucesión, quedó incorporado a esta casa de Pacheco el Condado de Santisteban.
Además de los hijos tenidos don Juan Pacheco en sus matrimonios, tuvo otros fruto de su relación con Dña. Catalina Alfón de Lodeña. Entre ellos destaca, la hija mayor, de esta unión, la varonil Dña. Beatriz Pacheco, que llegaría a ser Condesa de Medellín.
Don Juan Pacheco es considerado como uno de los personajes más intrigantes del reinado de Enrique IV. Fomentó secretamente la liga de Tudela (1460) formada por Juan II de Aragón y diversos magnates castellanos contra Enrique IV, a la par que reveló a éste la conjura, y en última instancia participó en la entrevista de Bidasoa (1463) que zanjó las diferencias entre ambos reinos. Una desavenencia con Enrique IV, que no le concede el maestrazgo de Santiago, le puso al frente de una amplia coalicción nobiliaria (Liga de Burgos -sept. 1464), imponiendo al monarca ese mismo año los humillantes Pactos de Cabezón, por los cuales fue jurado heredero el príncipe Alfonso, hermano de Enrique IV, y participó en la farsa de Ávila (1465). Congraciado secretamente con el rey, tras la desaprovechada victoria real de Olmedo (Agosto,1467) y la inesperada muerte de Alfonso (julio de1468), fue el artífice de la Concordia de los Toros de Guisando (18 de Septiembre de 1468), por la que Enrique IV reconocía como heredera del reino a su hermana Isabel, en lugar de su hija Juana (La Beltraneja). Estos favores le hicieron "acreedor" del maestrazgo de Santiago. Poco antes de morir se opondría al matrimonio de Isabel con Fernando de Aragón y se pasó al bando de la Beltraneja. |
Puesto don Juan Pacheco, al servicio del Infante don Enrique, cuando aún era príncipe de Asturias supo ganarse su voluntad y desde 1440 fomentó las intrigas del príncipe contra su padre Juan II y su valido (Álvaro de Luna). Aunque intervino en la sublevación de 1441 y en el segundo destierro del condestable, buscando su provecho, se pasó al bando de la monarquía en la batalla de Olmedo (1445), por lo que Juan II le concedió el marquesado de Villena, que incluía la villa y castillo de Medellín, por los muchos servicios prestados a la corona, y no era el menor, la destreza, ingenio y saber hacer que desempeñaba ejerciendo como doncel del príncipe D. Enrique. A partir de 1449 volvió a luchar contra Álvaro de Luna hasta conseguir su ejecución (1453).
Cuando muere Juan II (1454), toma el peso de la corona su hijo Enrique IV, el que en actuaciones bastardas se había coaligado con los infantes de Aragón en contra de su padre, ya por entonces era influido por el Marques de Villena. El Marqués se convierte en su favorito dominando el Consejo Real, plataforma que sólo utilizó para enriquecerse. Poco después (en 1449) el mismo monarca aceptaría la permuta propuesta por el marqués de Villena de la villa y castillo de Medellín por las villas de Chinchilla y Garcimuñoz, más próximas a los intereses geográficos y políticos de D. Juan Pacheco. Con ello el monarca reforzaría la configuración del territorio del marquesado de Villena. Medellín, no obstante, pasaría posteriormente, por favor real, a la familia Portocarrero.
En los primeros años de este reinado, Don Juan Pacheco fue el director casi omnímodo de los asuntos del reino, pues Enrique IV dejaba en hacer en todo lo concerniente al gobierno, abandonándolo en manos de su privado, al que da cuanto quiere: castillos ciudades, villas y rentas.
Para dar idea del poder del marqués de Villena, con ocasión de las fiestas en los esponsales de Don Enrique con Doña Juana de Portugal, en Sevilla, se celebró un torneo participando cincuenta caballeros del Duque de Medina Sidonia con otros cincuenta del Marqués. Cada uno de estos nobles llegó a mandar mas de mil caballeros.
La vida de Don Juan Pacheco, se puede resumir como la de uno de los políticos que más influyó en la historia de Extremadura, durante muchos años, dejando situados en altas posiciones a unos descendientes también de notable influencia en nuestras tierras.
A Don Juan Pacheco le ha tratado la Historia con mucha severidad, considerándole como el prototipo cauto, sin escrúpulos y siempre dispuesto a aprovechar cualquier coyuntura para el logro de sus desmedidas ambiciones, amparándose en su posición de valido y en la preponderante influencia que ejerció sobre el débil monarca. De hecho, fue nombrado por él: Conde de Xiquena, (1461) y Duque de Escalona (12 de Diciembre de 1472).
Su poder e influencia llegó en Extremadura a tal altura, que poseyó media provincia de Cáceres y otra media de Badajoz, con ciudades como Trujillo, Mérida, Medellín y cientos de castillos, aldeas y villas. En cuanto a su influencia política, era tal, que le faltó muy poco para ser padre político del Infante Don Fernando de Aragón (después Rey Católico). El historiador Víctor Balaguer afirma la existencia de unas escrituras de poder de Don Fernando, (1-5-1467), para que el Condestable Don Pedro de Peralta se desposara en su nombre con Doña Beatriz Pacheco, hija natural de Don Juan, que con el tiempo llegaría ser condesa de Medellín.
ARMAS. Las primitivas del linaje proceden de Portugal: de oro, con dos calderas de sable puestas en palo, cargada cada una de tres fajas endentadas, o gironadas, de oro y gules y gringoladas de sinople. O sea, con cuatro cabezas de serpiente en el asa, dos a cada lado.
En España pintaron el campo de ese escudo, de plata, con las dos calderas endentadas, o gironadas, de oro y gules en dos órdenes y gringoladas de sinople, poniendo ocho cabezas de serpiente en el asa, cuatro a cada lado.
Se lee que lo que forman las fajas de las calderas son girones y cuñas por el entronque de los Pachecos con los linajes de Girón y de Acuña.
Los Duques de Escalona acrecentaron ese blasón, usando el siguiente escudo: Partido: en su primer cuartel las anteriores armas, y su segundo cuartel de sable con una banda de oro cargada de nueve cuñas, o girones, de azur, repartidos en dos órdenes, y el centro de la banda, de plata, cargado con una cruz de gules. Bordura de plata y en ella cinco escudetes de azur con cinco bezantes de plata puestos en sotuer y marcado cada uno, en el centro, de un punto de sable, que son las quinas de Portugal, armas de aquel Reino.
Años más tarde D.Juan Pacheco casaría a la citada primera hija ilegítima, la varonil y belicosa Dña. Beatriz Pacheco, con D. Rodrigo Portocarrero, que entre otros títulos contaba con el de Conde de Medellín. De esta manera el marqués de Villena lograba colocar a uno de sus descendientes al frente de uno de sus antiguos señoríos. De hecho, este matrimonio fue un ejemplo de la habilidad política que manifestó en el matrimonio de sus hijos -incluidos los bastardos-. El interés, en este caso no era sólo efectuar una boda para su hija sino además, el poner de su parte el condado de Medellín que tanto apoyo podría ofrecerle en la defensa de los amenazados señoríos de Moguer y Villanueva del Fresno, de los que era titular la segunda esposa del marqués, Dña. María Portocarrero.
De la débil voluntad de Enrique IV, el marqués de Villena consiguió el señorío de Trujillo y sus tierras, sin que el Alcaide Gracian de Sesé pudiera oponerse. Al tomar posesión de este señorío es cuando ocurre su muerte, en Santa Cruz de la Sierra, el 4 de Octubre de 1.474, unos dicen que de tres secas que le dieron en la garganta y otros de esquinencia, según carta que envió Gutiérrez Cárdena al Rey Don Fernando. Sus herederos, Beatriz en Medellín y Don Diego López Pacheco en Trujillo, continuaron la política de oposición a la Corona, hasta que Isabel la Católica les hizo entrar en la disciplina real, no sin antes haber derruido castillos y desmochado palacios.
Ese mismo año murió Enrique IV, a punto de cumplir 50 años, siendo sepultado en el Monasterio de Guadalupe, junto a su madre Doña Maria de Aragón, en donde aún se conservan los restos de ambos.
La Reina Católica montó en Guadalupe su cuartel general, dispuesta a abatir el poder de los Villena y las banderías de otras familias ilustres. En Enero de 1479 ya estaba abatido en Trujillo el orgullo de los Villena, pero sólo como figuras de primer orden, pues posteriormente este linaje se mezcló con otros distinguidos y en cuanto a Doña Beatriz, en Medellín, continuó muchos años, pero con mucho menos poder que el que tenía su padre.
Armas
del I Marqués de Villena.
Escudo
cuartelado: 1 y 4: en campo de plata, dos calderas endentadas en faja de
oro y gules, una sobre otra, con tres serpientes de oro saliendo de cada
lado de las asas, una hacia dentro y los dos hacia fuero (Pacheco); 2 y
3: en campo de sable una banda de oro, cargado en el centro de un
escudete de gules sobrecargado de una cruz floreteada de plata, y en las
costadas de nueve cuñas de azur, cinco en el diestro y cuatro en el
siniestro; bordura de plata con cinco escudetes de azur cargado cada uno
de cinco besantes de plata puestos en aspa [quinas de Portugal] (Acuña
de Valencia).
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"...hija bastarda del Maestre de Santiago e Marqués de Villena, D. Juan Pacheco, que era una varonil mujer, de grande esfuerzo, y era de la parcialidad del rey de Portugal"
Crónica del Hernando del Pulgar.
Beatriz Pacheco era la primera hija ilegítima del D. Juan Pacheco con Dña. Catalina Alfón de Lodeña. De carácter varonil y belicoso, continuó la línea política de su padre, quien la había casado con Rodrigo Portocarrero, con objeto de recuperar para la familia su antiguo condado de Medellín. Sólo conociendo la biografía de su padre, se puede entender el fuerte carácter y determinación de esta mujer que toma partido a favor de la Beltraneja, frente a Isabel la Católica.
Juana "la Beltraneja" era hija del rey Enrique IV conocido en la historia como "el Impotente". Dña. Juana tenía el sobrenombre de "la Beltraneja" por decirse que no era hija del rey, sino de un caballero de la corte -D. Beltrán de la Cueva-. Lo cierto es que la sucesión de Enrique IV provoca una guerra civil en Castilla entre Dña. Juana y Dña. Isabel "la Católica" -hija y hermana del rey respectivamente-. Entre las estrategias de apoyo a la causa de Dña. Juana estuvo su matrimonio con el rey D. Alfonso de Portugal. (Dña. Isabel ya se había casado con D. Fernando con lo que obtenía el respaldo de Aragón). En este apoyo de Portugal a las aspiraciones de la Beltraneja a la corona de Castilla, Medellín ocupaba un lugar estratégico de primera importancia.
El posicionamiento de Dña. Beatriz a favor de la causa de la Beltraneja es continuación de una clara trayectoria familiar. Su padre, D. Juan Pacheco, se opuso al matrimonio de Isabel y Fernando. Y quizá no sólo por la pérdida de influencia política sobre Isabel, sino también por el peligro de que D. Fernando de Aragón decidiese ejercitar sus legítimas aspiraciones al marquesado de Villena que perteneció a su familia.
También heredaría la oposición a la reina católica el hijo legítimo de D. Juan Pacheco, D. Diego López Pacheco, quien la mantendría hasta el 1 de Marzo de 1480 en que, en el castillo de Belmonte, se firman las capitulaciones entre la reina Isabel y el marqués D. Diego.
Muerto el primer conde de Medellín, don Rodrigo Portocarrero, se produjo una singular pugna sobre quien debía ostentar el condado de Medellín: su hijo, D. Juan Portocarrero, o su viuda, Doña Beatriz. El hijo porfiaba ser el legítimo heredero del condado paterno, mientras Dña. Beatriz se apoderó del título, fundamentando sus aspiraciones en la anterior posesión de Medellín por su padre. Para conseguir su propósito, no dudó en encerrar en la torre norte del Castillo a su propio hijo, dando lugar a la leyenda del II Conde de Medellín.
La disputa alcanzó tal dimensión que llegó a plantearse ante la Corona. Una Cédula Real de la recien coronada Isabel I de Castilla ofrecía dictamen favorable a los intereses de D. Juan. No obstante, Dña. Beatriz no acata el dictamen y mantiene a su hijo encerrado ofreciendo el apoyo del condado de Medellín a la causa de la Beltraneja.
Como parte de sus campañas, la condesa de Medellin se puso de acuerdo con El Maestre don Alonso de Monroy para recuperar algunas villas y castillos del Maestrazgo, entre ellos Castilnovo, (Villanueva de la Serena) usurpados por don Juan de Zúñiga. En 1477, después de enérgica, pero breve resistencia, invadieron Villanueva, ocasionando varios estragos. Entre otros derribaron casi en su totalidad los muros de la villa. El resultado fue la intervención militar de Isabel y Fernando, el cerco de Medellín y la rendición y toma del castillo.
Cuando la causa de los Reyes Católicos resulta triunfadora, tras la batalla de Toro (1476), los Pacheco son desposeídos de la mayor parte de sus posesiones y Dña. Beatriz es obligada a aceptar el dictamen que resolvía la pertenencia del Condado de Medellín a favor de su hijo.
A su muerte fue enterrada en el monasterio de Santa María del Parral de Segovia, mandado construir por su padre.
Bibliografía:
VV.AA. (1980): Enciclopedia Salvat. Estella. Navarra.
GARCÍA SÁNCHEZ, F. (1990): Dña. Beatriz Pacheco.
José Ignacio Sandoval y Abellan (Oviedo, 180) escribe una biografía novelada: «Una historia de amor. Beatriz Pacheco»,
El monasterio de “Santa María del Parral”
El monasterio fue construido en el siglo XV, (se comienza a edificar en 1455 bajo las trazas de Juan Gallego), dentro del estilo gótico-plateresco, en el cual destacan al exterior su potente y esbelta torre-campanario.
Constituye uno de los principales núcleos de la orden de San Jerónimo, fundado por Enrique IV en 1445 y financiado por Juan Pacheco, Marqués de Villena.
A principios del siglo XV existía una ermita dedicada a la Virgen de Nuestra Señora del Parral, (la cual recibía este nombre debido a que se encontraba cubierta casi en su totalidad por una inmensa parra) y según cuenta la leyenda fue el Marqués de Villena quien ordenó la construcción del monasterio, previa compra de los terrenos, para dar gracias a la Virgen del Parral, por haberle ayudado en una emboscada en un lugar próximo a la ermita, salvándole la vida.
Sus primeros moradores fueron monjes jerónimos procedentes del Monasterio de Guadalupe en Cáceres, quienes se trasladaron a este bucólico paraje lleno de huertos y tierras de labrantío.
Detalles del Monasterio e Iglesia de Santa María del Parral. La Iglesia es de estilo gótico (escuela vasco-castellana) y su torre plateresca. En la parte superior de la fachada lucen blasones de D. Diego López Pacheco (hijo mayor del marqués de Villena) y de su esposa. En la capilla mayor se venera la imagen de la Virgen del Parral. Los dos sepulcros laterales de alabastro, de estilo plateresco, corresponden al Marqués de Villena y a su segunda mujer, Dña. María Portocarrero. En la puerta de la sacristía, también plateresca, se encuentra el sepulcro de Dña. Beatriz Pacheco.
El Monasterio consta de tres plantas y cuatro claustros: el principal; el de la portería, que es tal vez anterior al mismo monasterio, el de la hospedería y el de la enfermería, que es el más bello de todos.
Para saber más: http://viajarconelarte.blogspot.com.es/2012/12/segovia-iii-el-monasterio-de-santa.html
Baltasar Cuart Moner, profesor de la Universidad de Salamanca tiene un interesante estudio acerca de un personaje relacionado profundamente con Medellín:
CUART MONER, Baltasar (1993): "El bastardo de Medellín. Las vicisitudes de un noble, bastardo y converso en la Castilla del siglo XVI", Salamanca. Revista de Estudios, 31-32, Salamanca, pp. 29-61