LA IMPRONTA ÁRABE EN MEDELLÍN.
La civilización musulmana llega a Medellín en el año 768, al mando de Shaqya ben Abd Alwahid, quién se había sublevado contra Abd Al_Raman I.
Un siglo más tarde, el año 889, los bereberes de Medellín, al mando del príncipe muladí de Badajoz Al Rahman ben Marwan al-Chiyiqui, participarían en una sublevación en Sevilla del aristócrata árabe Kuraib contra el príncipeAbd Allh ben Hachchach.
Una vez asentados en Medellín, reconstruyen la fortificación romana que encontraron en la cima del cerro por considerarla un lugar estratégico en su ocupación del territorio. Del castillo musulmán sólo se conserva un importante aljibe de dos naves.
Los reyes castellanos utilizarán el puente de Medellín como elemento estratégico para cruzar el río Guadiana, en la "reconquista" del territorio árabe. Alfonso III, en el año 828, envía una expedición que, aliada con los bereberes y muladíes de Mérida, derrota al emir Omeya. Ordoño II llegaría hasta el Alentejo, se apodera de Évora y cruzando el Guadiana por Medellín conquista Alange.
Cuando Alfonso IX avanza desde Coria, sobre Alcántara (1213) las ocupación árabe solicita y recibe ayuda a las plazas de Medellín, Mérida, Badajoz y Cáceres, aunque finalmente la victoria se decanta del lado del rey castellano.
Alfonso IX reconquista Medellín en el 1227, pero dos años después vuelve a manos musulmanas, junto con Alange y Guareña. En 1234 Fernando III lo incorpora definitivamente a Castilla, con la ayuda "del muy esforzado y valeroso caballero don Pedro Yáñez, sexto maestre de la Orden de Alcántara, que con esta ocasión ganó también el Castillo de Magacela y otros del partido de la Serena, los cuales le dio el rey don Fernando para la Orden". (Solano de Figueroa)
Pronto consideraría la Corona de Castilla el valor estratégico de Medellín, y en consecuencia la recupera como villa de realengo, separándola de la Orden de Alcántara.
El repoblamiento de Medellín es inmediato, debido a su posición geográfica privilegiada y a constituir el núcleo vertebrador del Concejo. También hay una continuidad de la población mora asentada, que todavía a mediados del siglo XV sobrevive, pagando tributos en razón de su condición. (Cabrera)
Solano de Figueroa, deja constancia, de que una familia "de moros" vivía en Medellín en el año 1450: el matrimonio Mahomat Rondé y Marayma, los cuales compraron una viña al Cabildo Eclesiástico, en agosto de ese año.
Los recuerdos árabes de Medellín se cifran en la calle Margallo (que Rodríguez Gordillo reconoce como "de los Moros"), porque en ella depositaban sus mercancías los mercaderes árabes entre las dos ferias de la villa (la de Junio [parece más seguro que fuera en mayo] -privilegio firmado por Fernando III en Ciudad Rodrigo- y la San Andrés -en Noviembre-). Estas ferias se celebraban en la calle que luego tomaría de ahí su nombre (Feria), la misma donde naciera Hernán Cortés.
Restos del Medellín árabe apenas quedan. El castillo sería derruido, y, aparte del aljibe, sólo "nos quedan pequeños vestigios, en la muralla superpuesta, contigua al Teatro Romano, o en las carcomidas tapias que descienden desde el castillo, paralelas a la margen izquierda del Guadiana". (García Sánchez, 1984) También conserva la muralla del castillo, en su parte norte, significativos restos de su pasado andalusí, de posible cronología omeya.
"... Entre las diversas producciones cerámicas de época medieval islámica halladas en el Teatro Romano de Medellín en las últimas excavaciones [2008-2010] caben destacar, por su cuantía y calidad, una serie de recipientes correspondientes al menaje de mesa.
De ellos, a modo de ejemplo se presentan tres: un plato/ataifor (cuenco destinado a la presentación y consumo colectivo de alimentos en la mesa), un jarrito/taza (utilizado como contenedor de líquidos y pastas semilíquidas dulces, o para beber), y una botellita (se utilizaba como vaso escanciador). Las tres piezas presentan restos de decoración en color blanco, hecho que se interpreta como que son recipientes usados en ocasiones especiales."
(Catálogo de la Exposición 2011 PIEZAS DEL MES. Museo Arqueológico Provincial de Badajoz (2011). 8 de junio al 28 de agosto, pág. 22
El castillo de Medellín siempre fue un lugar estratégico. Fernando III conquista la fortificación en 1234, incorporándola definitivamente, junto a Magacela, a la Corona de Castilla.
"Fueron protagonistas destacados en las operaciones, el Obispo de Plasencia y el Maestre de la Orden Militar de Alcántara. Con ello Medellín se integra en la diócesis placentina, mientras que la Orden de Alcántara recibirá el territorio reconquistado en La Serena, junto con algunas concesiones en Medellín: <<diez yugadas de heredad, seis aranzadas de viña, una huerta y casas en la villa>>.
Las tierras de Medellín servirían entonces para señalar los límites jurisdiccionales del Partido de la Serena, perteneciente a la Orden de Alcántara, a oriente, y la Orden de Santiago, a occidente. Así, entre los importantes poderes de las órdenes militares se interpondrá la Comunidad de la Villa y Tierra de realengo que se constituye en Medellín tras la Reconquista." (Andrés Ordax y otros, 1985: 8)
Muy pronto, el 29 de agosto de 1259, se deslindarán las jurisdicciones de Medellín y Magacela. En la primera es incluida la pequeña aldea de Castilnovo (Villanueva de la Serena). Este motivo y los buenos servicios prestados por el maestre D. Gonzalo Pérez Gallego y sus paladines a Fernando IV, movió al rey a donar la aldea a la a la Orden de Alcántara en agosto de 1303, fechándose la renuncia de los señores de Medellín a Castilnovo en 1305.
Doña María de Molina, esposa de Sancho IV "el Bravo" (que reinó entre 1284 y 1295), hubo de ser tutora y regente de su hijo (Fernando IV) y de su nieto (Alfonso XI). En uno de sus alardes de prudencia política y diplomática cedió el castillo y la villa de Medellín al infante don Enrique, con objeto de calmar sus ambiciones. Muerto éste, Medellín retorna a la corona.
Posteriormente sería señor de Medellín el segundo hijo de Juan Alfonso de Alburquerque, don Martín Gil, quién a su muerte (1366), deja a su padre como señor de la villa y castillo. En estos momentos Medellín era uno de los señoríos más apetecidos del reino, por su situación, extensión y riqueza (Rodríguez Amaya, 1949). A él pertenecían: Medellín, Valdetorres, Guareña, Mengabril, Don Benito, Don Llorente, Rena, el Villar y Miajadas -más tarde se incorporarían Cristina y Manchita.
Siendo señor de Medellín Don Juan Alfonso de Alburquerque, el castillo es cercado, por Don Pedro el Cruel , y no pudiendo defenderlo su alcalde (el caballero don Diego Muñoz de Silva), hubo de rendir la fortaleza con el beneplácito de D. Juan Alfonso de Alburquerque. Don Pedro, al no encontrar en el recinto a su antiguo valido, D. Alfonso, a quien perseguía, mandó derribar el castillo como venganza. Con la destrucción del castillo, ordenada por Pedro el Cruel, desaparecieron casi todos los elementos árabes de éste.
La persecución de D. Pedro a su antiguo ayo, preceptor y valido, se basaba en las constantes recriminaciones que en nombre propio, y en el de la Junta de Caballeros y personas notables, reunida en Valladolid, le hizo respecto del escándalo que suponían sus descarados y públicos devaneos amorosos con María de Padilla y el abandono de su esposa doña Blanca de Borbón.
A la muerte de D. Pedro, en los campos de Montiel, su hermanastro y ejecutor, D. Enrique II (De las Mercedes) hace donación a su otro hermano, el Infante D. Sancho, (también hijo de Alfonso XI y Dña. Leonor de Guzmán), de las casas y posesiones de Alburquerque. De esta manera recibe la villa y castillo de Medellín D. Sancho de Castilla que reedifica el castillo en 1373, como señor de Medellín, colocando su escudo (1) en el torreón del saliente, que mira a Don Benito. Esta es la datación global de la fortaleza, aunque durante el siglo XV y principios del XVI se introdujeran sustanciales reformas.
(1) Una fotografía tomada por nosotros en Agosto del 2003, desmiente que el escudo corresponda a D. Sancho, puesto que el blasón es de los Pacheco.
Posteriormente, el señorío de Medellín pasó a manos de Don Juan Pacheco. Fue éste uno de los políticos que más influyó en la historia de Extremadura, en general, y en la de Medellín, en particular. Intervino en la sublevación de 1441 contra el rey Juan II de Castilla y en el segundo destierro del condestable Álvaro de Luna (privado del rey). No obstante, buscando su provecho particular, se pasó al bando de la monarquía en la batalla de Olmedo (1445), por lo que Juan II le concedió el marquesado de Villena (12 de Septiembre de 1445), que incluía la villa y castillo de Medellín, por los muchos servicios prestados a la corona, incluidos la destreza, ingenio y saber hacer que desempeñaba como doncel del príncipe D. Enrique. El marqués tomará posesión del señorío, personalmente, en Medellín, en 1446.
Poco después (en 1449) el mismo monarca aceptaría la permuta, propuesta por el marqués de Villena, de la villa y castillo de Medellín por las villas de Chinchilla y Garcimuñoz, más próximas a los intereses geográficos y políticos de D. Juan Pacheco. Con ello el monarca reforzaría la configuración del territorio del marquesado de Villena. Medellín, no obstante, pasaría posteriormente, por favor real, a la familia Portocarrero, como condado.
Cuando muere Juan II (1454), le sucede en el trono su hijo Enrique IV, el que en actuaciones innobles se había coaligado con los infantes de Aragón en contra de su padre, ya por entonces influido por el Marques de Villena. Durante el reinado de Enrique IV, el Marqués se convierte en su favorito dominando el Consejo Real, plataforma que utilizó preferentemente para enriquecerse. En los primeros años de este reinado, Enrique IV deja todo lo concerniente al gobierno en manos de su privado, al que da cuanto quiere: castillos ciudades, villas y rentas.
La influencia de Don Juan Pacheco, se extendió a sus descendientes, dejándolos situados en altas posiciones, de notable influencia en nuestras tierras. Su poder e influencia llegó en Extremadura a tal altura, que poseyó media provincia de Cáceres y otra media de Badajoz, con ciudades como Trujillo, Mérida, además del condado de Medellín, así como cientos de castillos, aldeas y villas. En cuanto a su influencia política, era tal, que le faltó muy poco para ser padre político del Infante Don Fernando de Aragón (después Rey Católico). El historiador Víctor Balaguer afirma la existencia de unas escrituras de poder de Don Fernando, (1-5-1467), para que el Condestable Don Pedro de Peralta se desposara en su nombre con Doña Beatriz Pacheco, hija natural de Don Juan, que con el tiempo llegaría ser condesa de Medellín.
Años más tarde D.Juan Pacheco casaría a esa hija, su primogénita ilegítima, la varonil, aguerrida y belicosa Dña. Beatriz Pacheco, con D. Rodrigo Portocarrero, que entre otros títulos contaba, por favor real de 1445, con el de I Conde de Medellín. De esta manera el marqués de Villena lograba colocar a uno de sus descendientes al frente de uno de sus antiguos señoríos. Previamente, D. Rodrigo Portocarrero, el mismo año 1449 en que es entregada Medellín a la casa Portocarrero, siendo ya Alcalde Mayor de Medellín se asegura una base patrimonial despoblando, con violencia, una aldea cercana a Medellín ("Martín Sancho"), situada en la falda E. de la Sierra de la Troya (o de "la Fuente"), para incorporarlo como dehesa y heredad a su patrimonio personal. Más tarde se la transferiría a su hermano Alfonso Portocarrero, hasta que una sentencia de 1517 restituye a la Villa esta dehesa.
El matrimonio de Beatriz Pacheco fue un ejemplo de la habilidad política que manifestó también el marqués de Villena en el matrimonio de otros hijos. Su interés, en este caso no era sólo efectuar una boda para su hija sino además, el poner de su parte el condado de Medellín que tanto apoyo podría ofrecerle en la defensa de los amenazados señoríos de Moguer y Villanueva del Fresno, de los que era titular la segunda esposa del marqués, Dña. María Portocarrero.
De la débil voluntad de Enrique IV, el marqués de Villena consiguió, por ejemplo, el señorío de Trujillo y sus tierras, en cuya toma de posesión ocurre su muerte, en Santa Cruz de la Sierra, el 4 de Octubre de 1.474, unos dicen que de tres secas que le dieron en la garganta y de esquinencia según carta que envió Gutiérrez Cárdena al Rey Don Fernando. Antes de su muerte se opuso abiertamente al matrimonio de Isabel de Castilla con Fernando de Aragón (Reyes Católicos). Y quizá no sólo por la pérdida de influencia política sobre Isabel, sino también por el peligro de que D. Fernando de Aragón decidiese ejercitar sus legítimas aspiraciones al marquesado de Villena que había pertenecido a su familia.
Sus herederos: Beatriz Pacheco, en Medellín, y Don Diego López en Trujillo, continuaron la política de oposición a la Corona, hasta que Isabel la Católica les hizo entrar en la disciplina real, no antes de haber derruido castillos y desmochado palacios.
Vista aérea del Castillo y de las tres primeras iglesias. De arriba hacia abajo pueden observarse las iglesias: Ruinas de Santa María del Castillo (dentro del mismo), Santiago y de San Martín.
Con el asentamiento y repoblación de la villa de Medellín por los cristianos, se construyeron iglesias de culto. Santa María del Castillo (dentro de la fortaleza), Santiago y San Martín, de estilo protogótico, y que datan del siglo XIII en su primera construcción. La construcción de estas tres iglesias es un indicador de la importancia que en la Edad Media tuvo Medellín.
Panorámica de las tres Iglesias que desafían el paso del tiempo.
A pesar de la escasa documentación que existe sobre la presencia judía en Medellín, a partir de la investigación realizada por D. Francisco García Sánchez, podemos asegurar que se encuentran huellas judías desde el reinado de Enrique IV. En esa época había aljamas, en las siguientes poblaciones pacenses: Llerena, Medellín, Almendralejo, Montijo, Jerez de los Caballeros, Zafra, Burguillos...
La presencia judía en Medellín debió ser importante, superior a 50 personas, y podría oscilar entre 60 o 70, a juzgar por las aportaciones que hizo, entre 1474 y 1491, la aljama de Medellín prestó a los Reyes Católicos en la guerra de Granada. Sólo la aljama de Trujillo, entre las extremeñas, es considerada como "principal" en los estudios de Suárez Fernández (en la Obra de Menéndez Pidal). Medellín figura como aljama de tipo medio, junto a las de Jarandilla, Plasencia, Cáceres, Badajoz, Zafra, Jerez de los Caballeros y Segura de León. Entre las aljamas extremeñas consideradas menores, se encuentran las de Coria, Jaraíz o Valverde de la Vera en Cáceres; y Alburquerque, Mérida, Fuente del Maestre, Berlanga o LLerena, en Badajoz.
La aljama metelinense no se ha podido localizar, aunque García Sánchez aventura la hipótesis de que pudiera encontrarse en los primeros números de la calle San Francisco. Tampoco se sabe cuantos salieron al exilio -posiblemente a Portugal-, con motivo de la ley de expulsión de los Reyes Católicos, de 31 de marzo de 1492, ni cuantos conversos quedaron en Medellín.
Por alusión de Solano de Figueroa, con motivos de escrituras públicas de compraventa, o a través del archivo de Simancas, conocemos los nombres de algunos judíos metelinenses:
David Custodio. (1446)
Jucef Capela.
Mohamad Infante Morales.
Efrain Almale.
Samuel Almale.
El profesor Clemente Ramos, recoge otros dos descendientes de judíos en el litigio del Concejo por recuperar la dehesa de "Martín Sancho" , situada en la falda E. de la Sierra de la Troya (o de "la fuente"), para la villa. El nombre del padres de uno de estos judíos conversos era:
Aben o Ben Darien.
La población de Medellín entre el Medioevo y la Edad Moderna.