Personajes célebres de/en Medellín.
Hijos ilustres de la villa
Personajes que tuvieron un papel histórico destacado en la villa.
Don Juan Solano de Figueroa (En construcción)
D. Eduardo Rodríguez Gordillo (En construcción)
Sacerdotes de las cuatro parroquias de la Villa
Santa María del Castillo
Santiago
San Martín Obispo
Santa Cecilia (RODRÍGUEZ GORDILLO, Eduardo (c.a. 1915): Apuntes históricos de la Villa de Medellín.)
REGINALDO DE LIZÁRRAGA Y OVANDO.
Escritor y religioso dominico, nació alrededor de 1540 en Medellín -él mismo lo dice(1)- , y murió en Asunción (Paraguay) en 1609. Su verdadero nombre era Baltasar de Ovando. Desde 1555 su familia está establecida en Quito, ingresando él en la orden de los predicadores en 1560. En 1581 es nombrado vicario nacional del reino de Chile, donde funda diversos conventos. A partir de 1587 fue prior del convento de Rosario de Lima y en 1589 alcanza la dignidad de provincial de San Lorenzo Mártir (Chile).
A su vida más estrictamente religiosa sabe imprimirle cierto carácter aventurero, dando muestras de ser un hombre de acción: en 1549 se alista como capellán del buque comandado por don Beltrán de la Cueva y Castro para apresar al corsario inglés Richard Hawkins.
En 1602 se hace cargo del obispado de La Imperial, cuya sede trasladó el año siguiente a Concepción. Deseoso de una vida más tranquila y alejada de las obligaciones del cargo, seguramente para dedicarse a sus aficiones literarias, pide ser relevado del cargo de Obispo y se retira al convento de Rosario de Lima; pero pronto tiene que renunciar a este retiro, pues el propio monarca Felipe III lo reclama, nombrándole Obispo de Paraguay. Allí murió en 1609.
A pesar de la vida ajetreada, siempre encontró tiempo para dedicarse al estudio y la escritura. Es autor de una obra historiográfica importante para conocer los primeros años de la conquista: Descripción breve de toda la tierra del Perú, Tucumán, Río de la Plata y Chile (1605). De tono familiar y basada en recuerdos espontáneos, abunda en detalles pintorescos y notas curiosas.
Al parecer fue autor de obras más técnicas, bien de tono teológico (en latín), bien con un cariz más literario (en español). Pero ninguna de estas obras nos ha llegado.
(1) "Fuera desta ciudad, junto al camino de Pachacama, fundó Alonso Ramos Cervantes y su mujer doña Elvira de la Reina una iglesia con invocación de Nuestra Señora de Guadalupe, a su costa, por orden y licencia del reverendísimo arzobispo Mogrobejo, a instancia de un religioso de la Orden de San Jerónimo del monasterio de Nuestra Señora de Guadalupe de España, cuya primera piedra del fundamento de la iglesia puse yo ya consagrado obispo. El fundador es natural de Medellín, e yo nací en aquel pueblo, para que se entienda que sabe Dios de pueblos pequeños sacar un marqués del Valle, Don Fernando Cortés, y un obispo, aunque indigno para el cargo, y un fundador de la iglesia de Nuestra Señora".
Lizárraga, R. de (1605): "Descripción Breve de toda la tierra del Perú, Tucumán, Río de la Plata y Chile." Capítulo 42: En ...
CHAPARRO, C. y MAÑAS, M., (2003): Humanistas extremeños, Ediciones 94.
Otra biografía de Reginaldo de Lizárraga y Obando.
Interesante estudio acerca de un personaje relacionado profundamente con Medellín. Su sucinta biografía es una excusa para estudiar la "limpieza de sangre" y la bastardía en el entorno social de la nobleza de mediados del siglo XVI.
"RESUMEN.- Este trabajo trata de un personaje, don Pedro de Portocarrero, que reunía las condiciones de ser noble, bastardo y converso. La nobleza y la bastardía eran condiciones perfectamente compatibles, y ningún noble de origen bastardo y con escasos medios de fortuna vio cerradas jamás las puertas del honor y la honra que podía alcanzar a través del desempeño de un oficio burocrático. La condición de converso -que en un principio tampoco había sido incompatible con la nobleza- sí lo era, en cambia mediados del s. XVI. La situación de don Pedro de Portocarrero era, pues, paradójica: como noble podía aspirar a ser colegial en San Salvador de Oviedo pero por tener sangre conversa era discriminado por los estatutos de limpieza de sangre, una de cuyas misiones, precisamente, era la de asegurar a los privilegiados el desempeño de determinados oficios burocráticos apartando de los mismos a los conversos quienes los habían desempeñado tradicionalmente con mucha frecuencia. Un recorrido por las fuentes nos permite ver, además, no sólo la ubicación personal de don Pedro de Portocarrero dentro del linaje de los condes de Medellín, sino también la estrategia seguida por la familia materna, de sangre conversa, para entroncar con la alta nobleza y así borrar unos orígenes comprometidos" (p. 29)
(...)
"De pronto, en 1549, buscando también una institución que sufragase sus gastos universitarios y le ayudase a obtener, posteriormente un modo de vida honrado y remunerador, quiso ser colegial, esta vez en el colegio mayor de [san Salvador de] Oviedo [Salamanca]. También se descubrió que era converso, con lo cual su situación social real resultaba sorprendente y compleja pues en su persona concurrían la nobleza, heredada de su padre, la bastardía, como hijo de unión no santificada por el matrimonio, y la sangre conversa, herencia de su madre" (pp. 31-32).
CUART MONER, Baltasar (1993). "El bastardo de Medellín. Las vicisitudes de un noble, bastardo y converso en la Castilla del siglo XVI", Salamanca. Revista de Estudios, 31-32, 1993, pp. 29-61.