FRAY DIEGO DE MEDELLíN
FRAY DIEGO DE MEDELLIN
Fray Diego de Medellín fue un ilustre y cultivado religioso, nacido en la villa extremeña de Medellín (España) en 1496, y fallecido en Santiago de Chile en 1593. Llegaría a ser el tercer obispo de Santiago de Chile.
Ingresó en la Orden de los Hermanos Menores de San Francisco (O.F.M.) en el Convento de Hornachos (Badajoz).
“A Hornachos lleva en su corazón el obispo (allí se crio, formó y allí profesó) fray Diego de Medellín, el defensor de los indios, el que negó la confesión a los crueles encomenderos de Chile, el que promovió las lenguas maternas para la evangelización, el que, recién llegado, traza símiles entre moros e indios, acaso fruto de su experiencia hornachega.”[1]
En 1591 se embarca para el Virreinato del Perú, desempeñando allí varios cargos. Sería guardián del Convento de San Francisco de Jesús, de Lima (1564), posteriormente se graduaría como doctor en Teología en la Universidad de San Marcos de LIma de esa misma ciudad, llegando a ser ministro provincial de la Provincia de los Doce Apóstoles, en 1568, y obispo de Santiago de Chile en 1574. Fue uno de los primeros que obtuvo el doctorado en Teología en la Universidad de San Marcos y concedió siempre gran importancia a la preparación intelectual que debían recibir los religiosos de su orden.
"Este conocimiento lo consideraba indispensable para realizar la cristianización de los indios, tanto que no trepidó en ordenar de sacerdote a mestizos que manejaban bien el idioma de los naturales del país.
Ante la prohibición real de ordenar mestizos, tuvo que defender el derecho de la Iglesia de conferir las órdenes sagradas a sujetos idóneos de cualidades sobresalientes que dieran buen ejemplo a los fieles y pudieran catequizar a los indios."[2]
Fray Diego de Medellín era conocido, además de por su inteligencia y sólida formación cultural, por su inocencia y modestia. Como obispo, introdujo grandes cambios en su naciente diócesis, que a su juicio requería una profunda organización:
"Fundó 22 doctrinas, las cuales debían estar a cargo de sacerdotes con conocimiento del mapundungun [mapuche o auracano]. Denunció el maltrato de los encomenderos, llegando a prohibir que se oyese a los encomenderos en confesión sin presentar un permiso previo de haber obrado bien con los indígenas."[5]
Toda esta ajetreada labor gestora no le impidió comenzar las obras de un nuevo templo episcopal en Santiago, la fundación de un convento de clarisas, solicitar con insistencia del rey Felipe II la creación de un centro educacional para seglares o Convocar el I Sínodo de Santiago de Chile, sobre la situación del territorio en materia eclesiástica y moral."
Placa recordatoria a la memoria de los obispos G.Marmolejo, Barrionuevo, Medellín, Salcedo, Zambano, Villalobos y Puebla González; ubicada en la Catedral Metropolitana de Santiago.
No fue fácil la lucha del fraile metelinense para dignificar la vida de los nativos, pero no flaquearon sus fuerzas cuando hubo de enfrentarse, a raíz de éste y otros problemas, con los encomenderos y con el mismo gobernador:
"Para contar con los medios necesarios para que los curas doctrineros realizaran la misión que se les había encomendado tuvo que enfrentar al gobernador Rodrigo de Quiroga, quien intentaba reducir la remuneración solicitada para el sustento de esos ministros.
Asimismo, tuvo que enfrentar a los gobernadores que elevaban los tributos que debían pagar los indios. Las autoridades exigían reducir los indios a pueblos para poder cristianizarlos, pues las faenas agrícolas y mineras los dispersaban demasiado y dificultaba la atención religiosa que debían prestarles los misioneros. A lo cual se añadían las injusticias cometidas por los encomenderos en contra de los indios. Todos estos inconvenientes le obligaron a solicitar al Rey enérgicas disposiciones para frenar los abusos. Él mismo ordenó a los sacerdotes que negaran la absolución a quienes no aceptaran la tasa de tributos establecidas por el gobernador Martín Ruiz de Gamboa, que favorecía a los indios. Y eliminó la obligación del servicio personal que éstos debían prestar sin contrato en las casas de los encomenderos.
Después de diecisiete años de gobierno episcopal, el obispo había logrado un mejor trato a los indios por parte de los encomenderos, imponer el orden en las actuaciones de los canónigos quienes, tras doce años sin obispo visible, se habían desmedido en sus atribuciones y promovido el desorden dando mal ejemplo a los fieles. Podía mirar con satisfacción la terminación de la catedral, pues la antigua había sido destruida en el terremoto de 1570, y del hospital para prestar atención a los indios enfermos.[6]
Visto desde una perspectiva diacrónica, la biografía del franciscano metelinense nos muestra un anciano de ochenta años al que le tocó la árdua organizar con vigor la diócesis santiaguina, pues sus dos antecesores murieron sin poder realizar obra alguna. “Fue el tercero en el orden canónico, pero el primero en la línea pastoral”.[7]
El ilustre franciscano murió en Santiago de Chile, a los 97 años, “En fama de santidad y prudencia”, siendo enterrado en una capilla encargada por él mismo.[8]​
De la transcendencia de la obra del de Medellín da fe el espacio de diálogo e interacción ecuménica chileno que hoy lleva su nombre: el Centro Ecuménico Diego de Medellín (CDDM), creado por un grupo de personas católicas y evangélicas en 1982.
[1] Dussel, Enrique D., El episcopado hispanoamericano. Serie Sondeo, Tomo VI, núm.37, 1970, pág.183: “He visitado y confirmado los yndios christianos excepto a Cuyo, que para yr allá es menester guardar tiempo (bueno), porque los ocho meses (del año) está cerrada la cordillera con nieve... En esta visita vi en los pueblos a yndios como chicos y grandes, viejos y viejas, niños y niñas estavan ocupados en el servicio de sus encomenderos y todos como esclavos y aún peor tratados que esclavos...y vista tan perdición y estrago, de conciencia mandé a todos los confesores que no confesasen a vecino alguno sin llevar licencia mía de confesar... “. Consúltese la Crónica franciscana de la Provincia franciscana de San Miguel. Ed. de Hermenegildo Zamora Jambrina, op. cit., págs.50-52, 54-57. Véase también la relación de religiosos franciscanos de Hornachos que ofrece Reyes Ortiz de Tovar, op. cit., y los muchos datos contenidos en el volumen de Actas Extremadura en la evangelización del nuevo mundo. García, fr. Sebastián, O.F.M. (coord.). Madrid, Turner-Junta de Extremadura, 1990. [Cit. en FERNÁNDEZ-DAZA ÁLVAREZ, Carmen. “Hornachos trascendido: la villa que atraviesa el prisma literario (bagatela de otoño), en Carmona Barrero, J. D. y Tribiño García, M. (coord.) Almendralejo y Tierra de Barros en el primer tercio del Siglo XX (1898-1931), 2020, p.196.]
[2] Barrios Valdés, Marciano. “Diego de Medellín”. En Biografías, Real Academia de la Historia.
[5] Fray Diego de Medellín, el organizador de la diócesis de Santiago (Marcial Sánchez) - Página del Arzobispado de Santiago (enlace roto disponible en Internet Archive; véase el historial, la primera versión y la última)
[6] Ibídem.
[7] Ibídem.
[8]ALCEDO, Antonio. Diccionario geográfico-histórico de las Indias Occidentales ó América. Madrid, Imprenta de Blas Roman, 1786 - 1789.
BIBLIOGRAFÍA.
ALCEDO, Antonio. Diccionario geográfico-histórico de las Indias Occidentales ó América. Madrid, Imprenta de Blas Roman, 1786 - 1789.
Barrios Valdés, Marciano. “Diego de Medellín”. En Biografías, Real Academia de la Historia: https://dbe.rah.es/biografias/47670/diego-de-medellin
Barros Arana, D. Historia general de Chile, Santiago de Chile, Rafael Jover Editor, 1885;
Huneeus, A. Fisonomía de Pastor, Santiago de Chile, Imprenta y Editorial Sagrado Corazón de Jesús, 1942;
Rehbein, A. “Fray Diego de Medellín”, en Episcopologio chileno. 1561-1815, t. I, Santiago de Chile, Ediciones Universidad Católica de Chile, 1992.
VARGAS UGARTE, Rubén. Santo Toribio: Segundo Arzobispo de Lima.