El Madallín andalusí.

Aljibe almohade de Medellín. (Interior del Castillo)

        Durante la dominación árabe de Extremadura, Medellín se convierte, una vez más, en un punto estratégico de la región, gracias a su emplazamiento, fertilidad, localización y topografía del lugar, que la convertían en un punto de fácil defensa, y de control del paso de la zona, camino entre Mérida y Córdoba. Así, tras la conquista musulmana del enclave en el siglo VIII, en lo alto del Cerro del Castillo se construyó la primera fortaleza que será progresivamente ampliada.

       La conquista musulmana volvió a traer la prosperidad al Madallìn. Alejada la población de la frontera que durante siglos mantuvieron los reinos cristianos del Norte con Al-Andalus, cuyos dominios alcanzaban sin problemas las vegas del río Tajo, Medellín vivió una etapa de prosperidad durante los primeros siglos de ocupación islámica. Algunos historiadores musulmanes de la época, aunque parcos al referirse a Madallìn, nos hablan en sus escritos de una zona ampliamente poblada, como atestiguan Al-Bakrí, en el siglo X, o Al-Idrisi en el XII. La población se instaló en las laderas del cerro, ocupando las antiguas edificaciones romanas o reutilizándolas como canteras para construir viviendas con una estructura arquitectónica muy sencilla, con cubiertas de paja o, en algunos casos, de teja curva.

      "Tanto para al-BakrÄ«, como para YāqÅ«t, es un castillo (hisn) de las dependencias (mina´māl) de Mérida. Al igual que en todos los asentamientos mencionados con anterioridad, las fuentes constatan presencia norteafricana, en este caso perteneciente al clan de los Sadfura, los cuales provienen de la vecina provincia de Fahs al-BallÅ«t. Estos también pertenecían al grupo de los al-Butr, donde era su jefe Abu Zaâbal al SadfÅ«rÄ« el cual daba nombre a su nisba (Ibn ‘IdārÄ«,1999: 82). Encontramos también testimonio en Medellín de la tribu Hawwāra, otro de los grandes grupos bereberes que penetraron en la península Ibérica junto a Tārik en el 711/92. A ellos pertenecían los BanÅ« FarfarÄ«n, importante clan que también se instalaría en Mérida durante el emirato y que mantuvieron serios enfrentamientos contra los omeyas (Franco, 2005: 45 y ss). Es de conocimiento general que el cerro que corona la fortaleza ha sido lugar de asentamiento desde época protohistórica, logrando su mayor desarrollo en época altoimperial, de la cual aún quedan restos de su teatro romano. Restos que serán reutilizados para la construcción de dicho hisn, como se ha podido comprobar después de un detenido estudio de parte de sus murallas, las cuales ofrecen una cronología acorde con los acontecimientos narrados en las fuentes. Así en su frente septentrional, podemos observar numerosos sillares graníticos de acarreo y bloques de cuarcita, recalzados, y rodeados de anchas bandas de mortero que mantienen idénticos paralelos con otras fábricas levantadas de igual modo durante el periodo emiral-califal, como podemos observar en los ejemplos de Vascos, Toledo o Talavera. La escasa cerámica estudiada viene también a corroborar esta hipótesis (Gurriarán y Márquez, 2005: 51-68)."1

      

       La civilización musulmana llega a Medellín en el año 768, al mando de Shaqya ben Abd Alwahid, quién se había sublevado contra Abd Al_Raman I. Una vez asentados en Medellín, reconstruyen la fortificación romana que estaría situada en la cima del cerro por considerarlo un lugar estratégico en su ocupación del territorio. Un siglo más tarde, el año 889,  los bereberes de Medellín, al mando del príncipe muladí de Badajoz Al Rahman ben Marwan al-Chiyiqui, participarían en una sublevación en Sevilla del aristócrata árabe Kuraib contra el príncipeAbd Allh ben Hachchach. Madallìn perteneció despúes al reino aftasí de Badajoz, y fue recuperada primero por los almoravides, y después por los almohades.

        De la antigua fortificación o alcazaba musulmán sólo se conserva un importante aljibe de época almohade de dos naves y escasos restos de cimentación de muralla época califal, próximos a la torre norte. Para algunos autores, el torreón semicircular occidental "se edifica sobre un potente macizo cuadrangular de tapia hormigonada que, por sus características, bien pudiera pertenecer a la base de una torre defensiva de época almohade arrasada".  Gurriarán y Márquez, Op. cit. p. 54).2

      Cuando Alfonso IX avanza, desde Coria sobre Alcántara en 1213, la ocupación árabe recibe ayuda a las plazas de Medellín, Mérida, Badajoz y Cáceres, aunque finalmente la victoria se decanta del lado del rey castellano. Alfonso IX reconquista Medellín por primera vez en el 1227, aunque dos años después vuelve a manos musulmanas, junto con Alange y Guareña. En 1228 Alfonso IX se la ofreció a la Orden de Santiago con la condición de que estos se la arrebatasen a los almohades. En 1234 Fernando III la incorpora definitivamente a Castilla, con la ayuda del Obispo de Plasencia y “del muy esforzado y valeroso caballero don Pedro Yáñez, sexto maestre de la Orden de Alcántara, tomándose igualmente el Castillo de Magacela y otros del partido de la Serena."

 

El aljibe musulmán del castillo...

Medellín en la cartografía árabe...

 


 1. FRANCO MORENO, Bruno, "El poblamiento del territorio extremeño durante el período omeya de Al-Andalus (Ss. VIII-XI): Estudio historiográfico y últimos resultados arqueológicos", en HERMOSO RUIZ, Faustino (coord.), VIII Congreso de Estudios Extremeños. Libro de Actas. Diputación Provincial de Badajoz, 2007. pp 571-595.

2.  GURRIARÁN DAZA, P. y MÁRQUEZ BUENO, S. (2005): “Sobre nuevas fábricas omeyas en el castillo de Medellín y otros similares de la arquitectura andalusí”Caetaria: revista bianual deArqueología, N.º 4-5. pgs. 51-68.

        "Los datos más antiguos ya nos muestran a esta población inmersa en la compleja situación política en la que se encontraban las Vegas del Guadiana durante el periodo emiral, y aluden de forma reiterada a la presencia de beréberes de la tribu Hawwara. Este grupo ya estaba establecido a finales del siglo VIII, cuando el rebelde fiaqyà al-Mikasi atacó el hiSn al-Hawwariyyin [...], llamado también Mada‘in, entonces bajo el mando del ‘amil AbuZa‘bal al-ßadfuri (de la familia ßadfura, perteneciente a esta misma tribu). Posteriormente, Ibn Hazm [...] cita a varios miembros de la familia de los Banu Farfarin (también relacionados con los Hawwara) como gobernadores (wali–s) de Madallìn/Medellín [...]. Tanto éstos como otros relatos de distintos géneros describen este lugar como un hiSn o fortaleza de la kura de Mérida [...], a pesar de ser incluida como ciudad en la lista de Ibn Hawqal [...], cuya interpretación es bastante confusa. La sumisión del Occidente de al-Andalus a ‘Abd al-Rahman III en 929-930 / 317H acabó definitivamente con la influencia política de las tribus beréberes [...]. Una de las consecuencias de este cambio fue la desaparición de su topónimo de tipo tribal (hiSn al- Hawwariyyin), pasando a usarse exclusivamente el de origen latino (Madallìn). Sin embargo, estas modificaciones políticas no provocaron la desaparición de todos los huSun de la zona. Al contrario, algunos de ellos fueron conservados como elementos importantes para el control de la kura de Mérida [...]. Las excavaciones realizadas en el teatro romano en la década de los setenta [...] atestiguan, con la aparición de ataifores en verde y manganeso (entre los que destaca un ejemplar con decoración zoomorfa), candiles de piquera, etc. [...], la ocupación del entorno de la fortaleza durante los siglos X y XI [...]. Otro dato de interés, que refleja el carácter del lugar durante el siglo XII, lo proporciona el geógrafo al-Idrisi, quien lo describe como “[...] una fortaleza bien poblada; sus caballeros y sus infantes hacen incursiones y razzias en el país de los cristianos” [...]. Lo que si resulta evidente es que con la creciente amenaza cristiana la fortaleza va a ser remodelada (al igual que las de Magacela o Montemolín), tal y como nos muestran los restos de la torre de tapia de hormigón arrasada [...]. Estas obras se realizarían seguramente durante la época almohade, que está muy bien documentada a través del registro cerámico del teatro romano". (Páginas: 52-53.)

 
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